3.28.2011

De por qué Lars von Trier no es René Cardona Jr.

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Este sábado, por fin, pude ir a ver Anticristo (Dinamarca y otros, 2009). Un evento impresionante y desolador, no por la película sino por todo lo que la rodeó, dentro de uno de los temas que más me importan y son nada trascendentes para el mundo real y los que lo habitan, pero lo quiero decir, pues, porque me viene en gana y anticipo empatía de mis allegados.

Llegamos a las 18:30 para entrar a la función de las 19:00, en la Cineteca Nacional; hasta ahí y nunca más, todo bien. Entrando luego a la explanada no fue complicado notar que con media hora de anticipación, algún astuto hijo de puta tuvo la ocurrencia de iniciar la fila para entrar a la sala; habrían unas 15 o 20 personas ya formadas. Obvio fue que para conseguir un lugar decente tuvimos que formarnos por igual, lo que fue copiado por todos los que pensaron que era mejor idea eso y no llegar a verla con tortícolis o de tan lejos que pareciera la tele de su casa. La fila rodeó completamente el recuadro de acceso a todas las salas. Media hora antes.


Una vez dentro, una serie de extraños rituales comenzaron a suceder y no me refiero al trasfondo diabólico esquizoide de la película, sino al comportamiento del, en este caso, mucho menos que respetable público y no es que yo imponga las reglas no escritas de ver una cinta intelectualosa con todo el glamour cerebral que, la neta, muchos sí disfrutamos: quitar el timbre del teléfono, cerrar el hocico para comer o platicar, sentarse quieto hasta que el último crédito aparezca. No, nadie tiene la obligación de seguir esos pasos sólo porque sea la Cineteca, pero de lo que sí hay es de saberse espectador y no imponer al resto la ruptura de la cuarta pared en las artes escénicas, es decir, a menos que exista una invitación explícita, es de muy mal gusto y mala onda ponerse a interactuar con la peli en detrimento de los que no queremos hacerlo y de los aspectos que forman a la misma peli (música, diálogos, etc).


De tal suerte, comenzó mi muy confusa tarde-noche cuando diálogos ni siquiera sarcásticos eran tomados como chiste, aunque aquí admito que si yo estoy amargado y no me da risa pues es mi pedo; pero nada tiene de amargado que me molestara cuando, en las escenas de sexo explícito, un coro de asistentes soltaron las risitas nerviosas que fueron escalando hasta ser verdaderas carcajadas cuando un pito en erección apareció en primer plano, siendo agredido con especial sadismo. Aquí algunos caballeros tuvieron a bien sentirse Willem Dafoe y decir OUCH, apuesto que agarrándose sus genitales, bien resguardados por una truza que aprieta para afuera.


Las mujeres no se quedaron atrás en la competencia que de pronto se inauguró de "a ver quién llama más la atención", donde sobra decir, la película fue la primera eliminada. En uno de los momentos climáticos, donde otra agresión perturbadora ocurría en escena, no sólo fue el OUCH de conmiseración, sino que una de ellas lanzó un grito, GRITO, que opacó por completo el que Charlotte Gainsbourg daba también, de forma menos exagerada estoy seguro, porque hay de gritos a gritos.


El remate fue cuando, en pantalla, apareció una simplista cortinilla que decía Epílogo. Risas. Risas. Risas. Risas. Risas. Música de cámara. Risas. Risas. Risas. Risas. Risas.

Así culmina la crónica de cómo me sentí profundamente ofendido en mi más reciente visita a la Cineteca Nacional, porque cuando uno decide no participar de la histeria (e histriónica grandilocuencia) colectiva se queda aplastadote viendo lo que quería ver y escuchando lo que nunca quiso, sin poder evitar tomarse personal la falta de respeto de un pequeñito grupo (en el mundo, pero abrumador cuando se reúnen en una sala de cine) que decide en pocos minutos cuando algo no tiene validez y, por lo tanto, no merece respeto.


Me imagino nomás qué pensaría don Lars, tan criticado por ser hiper efectista (razón por la cuál lo admiro tanto, pues se necesitan no sólo huevos sino buenos argumentos para ser tan cínico), al saber que su obra más oscura se convirtió, por un par de horas del sábado en Coyoacán, en La Risa en Vacaciones 9.


Siempre suyo... Roi.



2.15.2011

Rapiña
Director: Carlos Enrique Taboada
Año 1975
Duración: 114 minutos


La vida nos da muchas sorpresas unas desagradables como descubrirte una enfermedad terminal, pero también hay otras muy agradables como que un avión lleno de gente de mucha lana se caiga cerca de tu casa todos se mueran, con ustedes Rapiña.

Pues ahí tienen que dos leñadores muertos de hambre en pueblo jodido viven con pasividad sus inútiles y aburridas vidas, hasta que uno de ellos se da cuenta ya a la mitad de su vida que ha desperdiciado mucho tiempo sin haber hecho algo trascendente, así que comienza a frustrarse; pero la vida le trae casi hasta la comodidad de su jacal un avionazo en el que todos los pasajeros mueren pero perduran sus bienes y su dinero.

Uno de los leñadores Porfirio ve que ahí en el avión entre tanto muerto está la posibilidad de hacerse de un dinerin y con eso cambiar su vida, al principio piensa en quedarse el solo con todo, pero después por recomendación de su esposa lo comparte con su compadre Ebodio y la esposa de este. La recolección de cosas del avión inicia bien, pero después resulta que no solo Porfirio y Ebodio supieron del accidente, sino que unos mineros también llegan al lugar a ver que se pueden llevar. El caso es que al final no se llevan nada porque si algo es chocante es la gente ratera entonces Porfirio los mata a machetazos para que no se lleven lo que con tanto esfuerzo él y su compadre se están robando.

El plan es que con lo recogido del avión Porfirio, su compadre y las mujeres se irán para la capital a iniciar una nueva vida llena de lujo, pero las cosas se complican cuando las autoridades localizan el avión y de paso a los mineros macheteados; esto desata la búsqueda de los ladrones homicidas, mismos que mejor le llegan e inician el camino a través del desierto para salir del pueblo y no ser vistos.

El trayecto por el desierto es feo, casi no llevan agua, están cargando montón de mugres del avión y Ebodio ya no se siente muy cómodo con aquello de que su compadre mató a los mineros; la onda es que un descuido de la esposa de este provoca que los burros que traen escapen, entonces Porfirio la cachetea por bestia, Ebodio reacciona golpeándolo, pero este saca su pistola y lo mata, entonces ya nomas quedan tres, la esposa de Ebodio corre la misma suerte cuando trata de escapar. En el caso de Rita ella ya no quiere seguir y prefiere que su esposo la mate o ya regresarse al pueblo. Ignacio no tiene el valor para matarla y sigue su camino quien sabe hasta donde.



Escenas que no te puedes perder
Bonito peluche lleno de sangre
Ebodio y Porfirio tienen una pelea a muerte



No hay trailer pero esta es una parte bien aca



2.08.2011

Juegos de Placer

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(Boogie Nights, EE.UU., 1997)
Dirige Paul Thomas Anderson
Con Mark Wahlberg, Julianne Moore, Burt Reynolds
Dura lo que dura dura, unos 45 años

En esta ocasión, querido lector, repasaremos los constantes problemas de ser un hombre muy vergón, situación conocida por muchos de ustedes. Situación conocida por algunos de ustedes. Situación compartida por dos que tres. Les voy a contar qué se siente vivir como yo.

Eddie Addams era un chavito medio güey que nomás no la armaba en la escuela y su mamá no lo quería porque era borracha (lo cual no la hacía peor madre, como cierto Presidente al que tampoco dejan en paz), digamos que sólo era bueno para dos cosas, para rapear (como su exquisito Good Vibrations lo demuestra) y para follar. Sin embargo, no es que alguna de las dos le estuviera dando de comer así que ya mejor sólo era vago y trabajaba en un club nocturno, donde conoce a un director de filmes eróticos y a su IT girl, la Chica Ruedas. En un casting improvisado, el joven Eddie resulta ser toda una luminaria frente a las cámaras, por lo que consigue un contrato y la fama inmediata porque digamos que tenía una tercera pierna.

Ahora que es la estrella más brillante del firmamento triple equis, Eddie decide cambiar su nombre por Dirk Diggler, lo que viene siendo como el penecito excavador si es que Ud. no maneja el idioma 2.0. Así, acompañado de otro muchacho que también trabaja en la actividad física vigorosa, se hace de una serie de cintas de acción y amor heterosexual (ay ya sé...), consigue mucha pasta y se compra un coche deportivo y una casa. Sin embargo, con la fama y la fortuna también llegan los problemas, especialmente porque Dirk ya se cree el muy muy, no le satisface seguir siendo marioneta de su productor, Burt Reynolds y cae gordo. Incluso se enoja con la tipo novia de éste último, una bellísima madura muy bien conservada, de pezones rosados y energía ilimitada, quien había tomado algo así como el rol de su madre para darle cariño, protección y labios vaginales cada que fuese necesario.

Total que ya todos lo están pasando muy mal porque pues son los 80s, nadie se escapa de un buen susto. Dirk renuncia e intenta lanzarse como cantante del synth rock, pero no le alcanza para pagar su demo y se tiene que ir a drogar con sus amigos. Como es comprensible, en uno de aquellos festines de drogas duras se les ocurre la genial idea de embarcar al rey de las drogas duras, un medio-oriental (del Medio Oriente, no medio achinado) de buen gusto musical y amante de los asiáticos menores de edad, un tipazo que les abre las puertas de casa para recibir el medio kilo de cosa que le quieren vender, pero la maña les gana y uno de los chavos se la hace de a pedo. Todo sale mal, pero Dirk escapa. Como ya neta no tiene un peso para comprar chicles, se autoemplea en una PYME muy de su estilo, va a lugares donde los chavos buena onda buscan hacer amistades en el coche. El pedo es que de tanto chemo ya no se le para el tilín, por lo que recibe una merecida madriza por hacer perder el tiempo al respetable.

Herido en el ego, el espíritu y la cara, Dirk regresa con el director y le pide ayuda y perdón, está seguro que pueden regresar a los buenos tiempos de trabajo ameno, sobre todo porque el viejo director ahora tiene que hacer cochinadas en video donde lo único importante son grandes tetas, no grandes momentos de fantasía y actuación como antaño, aunque casi casi inventó el porno interactivo tipo Broke Straight Guys o Bi Latin Men, recomendabilísimos. Así, la historia finaliza cuando Dirk, su madre adoptiva y Chica Ruedas están a punto de rodar una nueva cinta, con el rabo mejor puesto que nunca y la determinación de todo un hombre de verdad.

Boogie Nights traduce las rápidas satisfacciones de la sociedad post industrial a través de un recorrido por la vida y obra de un artista, su entorno, su pito y sus obstáculos. Si bien es cierto que una persona no vale por cuanto le mide el pene, la verdad también es que es más mejor tenerlo grande que tenerlo mínimo, aunque esta dicotomía social también conlleva a una serie de enredos cuando de aquélla protuberancia depende nuestra estabilidad. En el caso de Dirk, que era un tripié, se trataba de su estabilidad en un amplio rango de posiciones. Aguas con las drogas, aguas con el sexo sin amor, aguas con el complejo de Elektra y aguas con las mentiras, que envenenan el corazón y matan cachorritos.

Siempre suyo... Roi.

1.17.2011

Lagunilla mi Barrio

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(México, 1981)
Dirige Raúl Araiza
Con Manolo Fábregas, Lucha Villa, Leticia Perdigón, Héctor Suárez
Dura como hora y media tipo

¿Qué pasa cuando las clases sociales interrumpen un bello amorío? Si en algún momento estuvieron más enfrentados Charlie Marx y Paris Hilton, esta no es la película que lo relata pues en esta sí dejan del lado el qué-dirán y abren paso al amor prohibido que murmuran por la calle. ¿Se ha visto ud. enredado en un embrollo como el que está próximo a leer?

Don Abel es un viejo y patético anticuario que ha pasado más de 40 años de su miserable vida trabajando arduamente para hacerse de un patrimonio, pero su socio se le muere y los hijos de aquél lo despiden porque tener una tienda de antigüedades da mucha hueva, ellos quieren un hoyo funky. Nuestro viejo amigo hace lo posible por sentirse útil pese a su inútil edad, su familia no lo apoya y sus amigos tampoco le hacen el paro, por lo que se va a caminar al centro cargado de unos cuantos pesos y mucha elegancia. Sabe Dios cómo, pero va a dar a la Lagunilla y el hambre le gana así que entra a La Lancha de Oro, tortería de barrio que sirve las tortas en frío y los refrescos en casco. Como se enchila, se va.

Sin embargo, la visita le hace ver que el ambiente mercantil es también muy amistoso y decide comprar (o rentar o traspasar o robar) un local para instalar su pequeña antigüería, de forma que ofrece una fiesta para todos sus nuevos vecinos. Entre ellos, acude Doña Lancha, la dueña y hacedora de aquellas memorablemente picosas tortas, una mujer madura pero bien conservada, con mucho amor para dar y una bella hija en sus veintes. En la fiesta, Doña Lancha aprovecha para poner a Abel bien pedo y hacerse la interesante, quitándole a las gatas de encima y llevando tortas de pulpo para los invitados. A partir de ese momento, entre los dos comienza a surgir una bonita relación de complicidad y cariño.

Abel la lleva en un cita a Chapultepec, le habla de amor y poesía, le echa agua del lago y la lleva de vuelta a casa. Ahí, en el portón de lámina, Lancha le confiesa que su hija ya está pensando mas bien en dar la prueba de amor y está segura que eventualmente quedará sola, fea y amargada, así que invita a Abel a pasar a tener un encuentro erótico y musical. Abel la rechaza, no porque le dé asco, sino porque no quiere ser una aventura para ella. En ese momento, su relación se hace de franco noviazgo. El elegante hombre decide cocinarle una cena con luz baja y música suave, Lancha piensa que la comida huele rete sabrosa y se siente mal, pero no mal de mal sino mal de bien, sin embargo admite que ese mundo es totalmente ajeno a ella y el amor no puede ser verdadero, siendo ella una macha lagunillera y él una nena de Las Lomas. Para demostrar lo equivocada que está, Abel la lleva a conocer a su familia, quien automáticamente la malmira porque quieren lo mejor para él, pero el hombre se toma un hidalgo de tequila, defiende su amor, les dice que se va a casar y los barre.

Como no todo podía ser tan bonito, que de por sí ni lo era porque más que nada es pura soledad y desesperación el origen de ese amor, el padre de la morrita regresa para recuperar el tiempo perdido con Lancha, luego de casi 20 años de estar separados, pero Abel lo convence a punta de palabras finas y un madrazo a la cara para irse y dejarlos en paz. El malvado ranchero se larga y, cuando están a punto de ahora sí casarse, resulta que el novio de la misma chava, que es toda una fichita, lo embauca con una antigüedades robadas. Gracias a Dios, los laguinilleros que son muy unidos lo convencen de entregarse y rescatar la honra del viejo Abel. Finalmente se casan todos y viven felices para siempre en el primer cuadro de la ciudad.

Lagunilla mi Barrio nos desvela los misterios de las relaciones por conveniencia, tanto conveniencia material como afectiva, trucos y consejos para tener un exitoso matrimonio con Lucha Villa cuando uno parece por demás homosexual. Es bien sabido que la gente pobre es muy honrada y feliz, pero la cinta del Sr. Araiza nos demuestra también que hasta para ser convenencieros es padre tener un toque de distinción y contar con una buena palomilla de vecinos dispuestos a partirsela por usted cuando la ocasión así lo amerita. Y disculpe ud. el tono solemne de su servidor pero estoy muy, muy triste porque una de las voces que más relevancia tuvo en mi vida se acabó para siempre...

Dedicado a Trish Keenan.

Siempre suyo... Roi.

1.11.2011

Asesinos por naturaleza

Natural Born Killers
Director: Oliver Stone
Año: 1994
Duración: 118 minutos

Hay quienes son naturalmente cochinos o majaderos, pero también hay asesinos por naturaleza. Taraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan


Pues resulta que en los Estados Unidos, una amorosa pareja está por conocerse en las circunstancias más románticas y sangrientas posibles, pues ambos son guapos y violentos, sin temor a usar los métodos más extremos para lograr su cometido, ejemplo de esto es el momento en que Mallory y Mickey se conocen y deciden que permanecerán juntos el resto de su vida, aun cuando esto implique fugarse y en segunda instancia, fugarse de la cárcel, matar a los padres de la novia y vivir su romance.



Mallory y Mickey hacen tanto destrozo y desmadre a su paso por los Estados Unidos en la búsqueda de nada en específico que logran convertirse en celebridades dignas de Laura en América por el morbo que sus crimines y su apasionado romance despiertan. La ola de muerte y maldad que estos chavales desatan a su paso continúa con total normalidad (con lo normal que son las olas de muerte y maldad) hasta que conocen a una cosa así como un chaman que les muestra cosas todas cósmicas muy padres y de todos modos Mickey lo mata, cosa que a Mallory no le viene muy bien, pero eso ya no importa, lo que importa es que necesitan un antídoto para veneno porque una víbora se les puso flamenca.



En la operación para conseguir el antídoto Mallory y Mickey son capturados, separados y enviados a prisión donde pasan una buena temporada hasta que un presentador de televisión tiene la grandiosa idea de entrevistas al pareja de asesinos más famosa del momento, lo cual ocurre dentro de la prisión y termina medio mal porque se desata un motín y Mallory junto a Mickey escapan llevando como rehén al ocioso presentador de tv que ya luego no les sirve para nada más que para grabarlos antes de que lo maten.



La historia de esta pareja nos habla de la importancia de compartir con el ser amado, puede ser cualquier actividad, la pintura, el porno o el homicidio; todo es bueno cuando de afianzar una relación se trata.



Escenas que no te puedes perder:

Mallory y Mickey se conocen
Mallory y Mickey se casan


1.03.2011

Priscila, la Reina del Desierto

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(The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert; Australia, 1994)
Dirige Stephan Elliot
Con Terence Stamp, Hugo Weaving, Guy Pierce, una filipina
Dura 103 minutos

De entre las cosas más difíciles que alguien seguramente debe enfrentar son, a saber, las divisiones con más de un número afuera de la casita o llevar la vida según el género con que uno no nació. Y cuando ya de por sí la vida pinta complicada cuando se es diferente, esta cinta nos muestra como siempre es posible hacer de la discriminación una hora y media muy divertida porque, shocker, la vida también es divertida a veces. Y a darle que este blog no se escribe solo (aunque hay quienes han de creer que sí).

Tick es una draga buena onda que cabaretea las noches de Sidney. Pero tiene un pasado... pues nada raro para el guei promedio que anda en sus 40s en los 90s, o sea, es de que tiene una ex esposa. Sin embargo, ellos son abiertos de la mente y continúan de buenos amigos. La ex esposa, ahora toda una empresaria de la vida nocturna en provincia, le invita a presentar su show en el antro de moda de aquel pueblucho, por lo que Tick se ve en la necesidad de hacer casting a sus amigas para darle vida a tan bonito espectáculo.

La primera finalista es Bernardette, una trans ya entradita en años que vio sus mejores días décadas atrás, con el espectáculo de cabaret Les Girls (creo, porque así también se llama la película en The L Word y pues uno se confunde), pero empeñada en recuperar la gloria de antaño y unos centavitos que no le vienen nada mal para sus hormonas y brassieres. La siguiente elegida sería Felicia, una travesti joven, guapa y firme, pero lo que tiene en juventud lo tiene también en pendeja y payasa y, como es claro, la que es payasa cae mal. Una vez que las convence de ir a trabajar para su ex, con gran escarnio que la declaración provoca, los tres coinciden en que la mejor solución no es adquirir un peaje de avión sino comprar un bus y hacer el viaje por su cuenta.

Como el bus está bien chafa y madreado, cada tanto deben hacer paradas forzosas y reparar el daño, pero como son gueis pues no les sale y casi que lo dejan peor, mas sin en cambio, lo que sí hacen bien es pintarlo de un lindo tono fucsia medio lilo (no pun intended... bueno sí) y ponerle un tacón bien grande en el toldo. Así nace Priscila, la Reina del Desierto. En su camino, se topan con aborígenes que disfrutan del reventón musical, a una filipina que dispara pelotas del pinpón por el chango y su esposo, todo un caballero de las afueras provincianas quien, después de mucho meditarlo, decide acompañarlas en su camino toda vez que Felicia se pone de bravucona con unos chacales que se las hacen de pedo. Afortunadamente Bernardette, que es sabia como Satanás, le explica a la otra revoltosa en teoría y práctica que las mujeres como ellas tienen mucho que aprender de la auto defensa y el maquillaje de día.

Llegan por fin al pueblo chico, infierno grande, donde la gran revelación no es el bajísimo salario que han de recibir por sus visiones sino que la ex esposa de Tick no es sólo eso sino la madre de su hijo. Pero es Tick quien más nervios tiene pues no ha visto al chico en muchos años y no sabe cómo hablarle de su condición homosexual y su profesión; para su sorpresa, el morrito está completamente al tanto de su bussiness y está super de acuerdo con la carrera que su padre eligió. Luego de la estadía en aquel tugurio, deciden todos regresar a la capital y montar el espectáculo de sus vidas, personificando a ABBA como las diosas que siempre fueron y seguirán siendo. Menos Bernardette, que se queda con el viejo en el interior de la República y cuyo paradero se desconoce.

Priscila nos retrata (a unas más) el escenario de la transgresión, la comunidad LGBTTTTTTT que le llaman, los trajes de chaquira y canutillo, los tacones del 8 y el apabullante ir y venir dentro de una sociedad heteronormada donde todo lo diferente es malo, raro, feo, enfermo y mil vistoso, sin dejar atrás la enseñanza de que es posible escribir una reseña con un chingo de palabras en cursiva. Pero como las chicas, cuando lo son porque tampoco ha de confundirse a un par de vestidas con una mujer hecha y derecha (como lo es Bernardette), el simple y mortal humano puede confiar en que es un acto de la más alta dignidad aquél de vivir como uno quiere bajo los preceptos que a uno mejor convengan, o sea, que está bueno aquello de intentar ser feliz ocasionalmente porque nadie, a menos que lo quiera, es víctima eterna de sus circunstancias.

Siempre suyo... Roi.