4.19.2010
El día de la Bestia
España, 1995
Dirige Álex de la Iglesia
Actúan Álex Angulo, Armando de Razza y Santiago Segura
Dura 99 minutos
Todos, o casi todos, sabemos lo complicada que se vuelve la vida cuando invocamos a Satanás, sin embargo todos, o casi todos, lo hemos (emos //_º) dejado de hacer luego de un par de intentos. Quienes lo consiguen acaban en maravillosos puestos, con deslumbrante belleza, forrados de dinero o inmortales, quienes no lo conseguimos acabamos básicamente mal.
Ángel Berriartua es un sacerdote vasco que investiga desde hace montón los misterios del fin del mundo desde la liturgia católica apostólica y llegó a la conclusión de que prevenir este armagedón sólo es posible al acabar con el bebito de nuestro Señor Satanás. Así es que se embarca (ok, no se embarca, se monta al subte) en una aventura donde su misión principal es conocer los secretos de lo oculto y lo chocarrero para, eventualmente, ganar la confianza de Don Diablo y acabar con su hijo (del diablo, él no tiene hijos).
De tal forma, llega a Madrid, que es el lugar donde su sopa de letras dice que nacerá el diablito, se instala en el hotel vecindezco que un nuevo amigo suyo le sugiere. Este nuevo amigo, José María, es un fanático del death metal y un tipo de puta madre, o sea, bien padre y divertido. Pero como se tardó mucho en descifrar el mensaje, el Padre ahora sólo tiene un día para dar con el lugar exacto del nacimiento, que no ha terminado de enteder. ¿Qué hacer para lograrlo con tal premura? Invocar al ángel caído, obvio. Y para hacerlo, deberá portarse cuestionablemente y pecar, todo lo necesario para que Satán vea en él a un buen amigo.
Ahora el Padre, que es malo, se roba un libro de hechicería bastante ordinaria, pero él que es muy crédulo piensa que le será de total ayuda. Ahora bien, ¿qué es mejor que robar un libro? Robar al autor, que es el presentador de un programa tipo Misterios del Tercer Milenio mezclado con Primer Impacto y Cristina, un tipazo italiano que es un embustero sin igual, pero eso el Padre no lo sabe. Total que sí se lo roba y le pega, exige que le dé los secretos para una verdadera invocación. El tipo, espantado del Padre loco, inventa el procedimiento a punta de trancazos y, como si de magia se tratara, resulta que Belcebú sí se aparece, holy shit. Pero, así como que les diga gran cosa, pues tampoco. La ventaja es que ya no está el sacerdote sólo contra el mundo, Txema y el italiano creen todo y le ayudan sin chistar.
El italiano aprovecha que es famoso y realiza un enlace en vivo para toda la gente, que por cierto, festeja la noche buena (qué cosas, no?) para que se arrepientan de sus pecados porque el mundo se va a acabar, aunque también usa el programa para ayudarle al Padre que se perdió en una balacera y casi se anda dando por vencido. Sin embargo, casi a último momento, una señal de Dios le ayuda a comprender: ve a un hombre de color que es quemado por un grupo de nacionalistas y piensa, "Pero claro, ahora entiendo todo...". Y no es que entienda del todo la segregación racial y la superioridad aria, no es tan fácil, pero sí comprende que todos los documentos firmados por Mephisto tienen una seña particular, unas rayitas junto a su nombre tipo / \. Y en Madrid hay un edificio justo así, ZAZ, se cagó en la leche y fue hecho la hostia a la derroída construcción.
En efecto, llega y escucha el llorar de un niño recién parido, matones a diesta y siniestra y unas nubes bien feas en la punta, lógicamente es el lugar donde nació el Anticristo. El Padre Ángel sube como puede hasta la punta fierrosa mientras Txema distrae a los maleantes, pero también les da por culo y lo alcanza. José María, que neta es bien cool, enfrenta al mismísimo Demonio pero sólo porque sabe que, así, el Padre podrá asesinar al beibi y acabar con el fin del mundo. Y eso, amigos míos, es justamente lo que sucede. El Oculto tendrá que esperar otros cuantos siglos para gestar a su próximo infante (Pedro) y empezar el desmadre otra vez.
El Día de la Bestia, contrario a lo que su nobre indica, no es el relato de un día del año en que se festeja a Lucifer y toda su perfección, sino el día que la Iglesia Católica, como siempre, sale a hacer de las suyas y acabar con el trabajo que otros se han tomado el tiempo en organizar para vivir en un mundo mejor... pero bueno. Si algo aprendimos de esta película es, sin lugar a dudas, a invocar correctamente a Samael, pero también a apreciar la música metalera y a cocinar conejo. De eso a que el nuevo conocimiento sirva para algo, eso dependerá de cada cual.
Siempre suyo... Roi.
**ACLARACIÓN: Como es en Madrid, infiero que José María no es Txema sino Chema, pero a mí no me importa y se ve mejor al estilo barça. Sale bye.
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