11.01.2010

Ojos Bien Cerrados

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(Eyes Wide Shut, EE.UU./Reino Unido, 1999)
Dirige Stanly Kubrick
Salen Tom Cruise, Nicole Kidman y Sidney Pollack
Dura 159 minutos

Antes que Penélope Cruz y Katie Holmes, hubo una época muy bella en la historia de la humanidad cuando Tom Cruise y Nicole Kidman fueron novios, Brangelina y Bennifer se las pelaban, ni Niurka & Bobby les llegaban cerca. Explorando una historia de cómo una pareja de lo más normal se ve envuelta en una red de pesca y mentiras, sexo y regalos de navidad, Kubrick filmó 'lo que viene siendo' su última película sobre la vida de este par de sexys ya venidos a menos.

Para ser más artístico, Stanley les puso nombres diferentes pero sí son ellos, aguas!

Todo comienza con la fiesta de un viejo y rico paciente del Dr. Bill, quien acompañado de su guapa esposa Alice, acude a representar la misma historia de siempre con la misma gente de siempre en la misma fiesta de siempre: un médico guapo, aunque chaparro, generoso y posiblemente bien dotado, que corteja a las modelos putillas y se hace el difícil. Por su parte, Alice representa a la típica deslumbrante esposa del médico, historiadora del arte ella, cortejando viejos bien conservados pero siendo siempre una calienta huevos. Es lo que ellos hacen, lo saben y no les importa porque nunca pasa nada más, sólo es reafirmar que le siguen gustando al mundo, lo cual a nadie cae mal. Y todo habría acabado ahí, hasta la peli, excepto que el viejo paciente 'se mete' con una meretriz de cuestionables hábitos con las drogas duras, un problema para los jóvenes, que acaba en el viaje mal pedo pero la rescatan de morir a tiempo y el paciente le dice "Oye, pero shhh...".

De regreso a casa, Bill y Alice se están echando un porro mientras platican lo cagado de la fiesta, Alice se pone poquito celosa pues Bill ahora se ligó a dos chavas mientras que ella sólo a un vetarro, pero lo que más le cagó fue que Bill le dijera que era natural que ese vetarro la quisiera hacer suya, pues es muy hermosa (tan hermosa que nos muestra su cuerpo desnudo sin una sólo inperfección, tal como le gustan a mi amigo Marky Mark). "Ah, ¿sólo porque soy muy hermosa?", dice Alice, quien no puede creer que su esposo de añízzimos dijera esa mamada como si fuera sólo un trozo esbelto y pelirrojo de carne. Bill le quiere dar la vuelta pero ella no se deja, se pone de bitch y, para que se le quite, le cuenta que una vez vio a un marinero que se fue a la mar, quien la dejó boquiabierta y pensó que si éste la hiciera suya, aunque fuese por una noche, ella estaría dispuesta a dejar todo lo que tenía en su vida sin arrepentimiento. Y todo lo que tiene en su vida es a Bill y su hijito, por lo que la confesión 'le caló hondo' a Bill, quien decide ir a dar el rock and roll.

Caminando por la gran ciudad, Bill se va a asomar a un baresillo donde toca un amigo suyo que volvió a topar después de años de no verse, entre copa y copa, al jazzista se le escapa contarle de unas fiestas swinger bien padres que de reojo ha visto pues son tan secretas que les tienen que sacar los ojos a los músicos, aunque como él usa lentes sólo se los vendan y una vez se los vendaron mal. Bill, caliente como toro en brama, lo obliga a que le diga dónde va a ser y cómo puede entrar así que corre a la tienda de disfraces (porque además de pervertidos son penosos, mustios como esos que me cagan tanto) y se presenta al lugar con el atuendo correcto, enfundado en una máscara veneciana y su hombría expectante.

Ya en la segunda fiesta (como se puede ver, Bill es todo un party animal), el médico recorre la gran mansión observando cómo no se trata únicamente de una fiesta de sexo de todos contra todos, sino de un rigor y disciplina propios de una armada, ante lo que él desentona con tanto recorrido y poca participación. Una nena que anda por ahí, de perfectos senos mesurados y erguidos, le dice que no mame, que se vaya o se la van a aplicar. Y justo eso pasa, el mayordomo enmascarado lo retiene y lo lleva hasta el salón principal, donde le preguntan la palabra clave más clave de todas y como no se la sabe, le dicen que ya valió, pero la valiente mujer de los senos perfectos se ofrece para ser castigada en su lugar, por lo que la identidad de Bill permanece oculta y se le invita a abandonar la sesión. En ese momento, él reconoce que la morra era la putilla a quien salvó la vida en casa del viejo rico, de modo que el viejo rico SEGURO anda por ahí.

Pero equis, igual se va. Llega a casa sólo para escuchar que su esposa volvió a soñar con el marinero que se fue a la mar para ver qué podía ver. Pfff. Mejor se vuelve a ir e intenta descubrir qué pedo con esta pandilla de enfermos sexuales, busca a su amigo músico pero le dicen que ya se fue porque lo fueron a buscar Dos Tipos de Cuidado. Va a buscar a una vieja prostituta que se iba a cenar el día de la segunda fiesta y se entera que ya no vive ahí porque le dio el bicho. Lee el periódico y se entera que la chava que lo rescató está ahora muerta por una sobredosis pero además al devolver el disfraz el dueño le ofrece el servicio especial de su hija menor de edad. ¡Ay nanita! ¡Demasiadas cosas en demasiado poco tiempo! Por si fuera poco, un tipejo se pone a perseguirlo por las calles, como de Scooby Doo, da vuelta a una calle y ahí está, da vuelta a otra y ahí está :'O

El viejo, rico y pervertido paciente lo busca también y le confiesa que él mismo particpó de la alocada reunión que vio y le dice "Es de que me llamaron la atención porque eres mi amigo" aunque también le jura que la muerte de la morra no tiene nada que ver con un supuesto castigo. Y bueno, Bill se va a casa, donde debió estar desde el inicio, sólo para encontrar su ya devuelta máscara veneciana junto a su esposa dormida, así que se pone chipil y le cuenta todo porque la culpa lo carcome, como si tuviera lepra. De la conversación nada se sabe pero al otro día, mientras hacen las compras de Papá Noel, Alice le dice que igual lo quiere mucho y que ya las peguen otra vez, él contesta que sí y que ojalá puedan hacerse el amor pronto.

Ojos Bien Cerrados nos habla de los peligros del sexo fuera del matrimonio y las bondades de ser rico. Bill representa a ese pequeño actor de Hollywood que todos llevamos dentro, aquel que le reza a un extraterrestre y quien brinca en el sofá del programa de una irónica negra, rica y lesbiana. Ese pequeñeco que lucha día a día con tal de que su vida sexual siga siendo emocionante y lo haga vibrar, sin darse cuenta que no siempre tiene que ser así, o sea, sí pues, coger está bien, pero si no nos gusta también está bien y, en ciertas ocasiones, hasta está mejor para que no acaben hostigando a nuestra familia y nos hagamos la fama de unos ninfómanos-metreros-manhunteros-cam4eros en la ciudad.

Siempre suyo... Roi.


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