3.07.2010

Veneno para las Hadas

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México, 1984
Dirige Carlos Enrique Taboada
Con Ana Patricia Rojo, Elsa María Gutiérrez, Satanás
Dura 90 minutos

Conforme pasan los años, cada vez es más fácil decir: ¡Ay, ésta juventud, no los entiendo! Y usualmente es porque no los entiendo, eZ difiSsiL enTend3rloz. Pero luego me vienen a la cabeza recuerdos de cuando los viejos de ahora fueron jóvenes y tenían ondas muy raras, así como las jóvenes brujas, pero una década antes. Mucho ojo con lo que le enseña a sus niños:

Verónica es críada casi-casi por la críada, luego que sus padres murieran en un accidente de los carros chocones y su abuela quedara deforme (no sé si por el mismo motivo o asi nació de fea). La "nana" le cuenta historias mientras se baña y luego la seca y le cuenta más cuentos, unos que normalmente tienen relación con las invocaciones satánicas y todo lo que va en contra de la palabra del Señor. Un día en el colegio conoce a la niña nueva, Flavia, que tiene nombre de araña. No es que se caigan muy padre, pero se empiezan a hablar más y más y más hasta hacerse moderadamente buenas amigas.

La cosa es que Verónica es de esas niñas que agüebo quieren llamar la atención y tener la última palabra, de esas chavitas annoying que además hablan como gente grande, vibrosa y mal pedo en general. Luego Flavia es muy crédula, así que se deja convencer que la otra es una bruja vieja, fea y mala, pero en disfráz (de tigre) de niña buena. Para demostrárselo, le hace creer que su agüe es ella y como no tiene ojo ni se peina, Flavia corre como desquiciada, también le dice que el búho le habla (en realidad, nunca fue claro si lo hacía o no), etc.

La prueba máxima llegó en un viaje que la familia de Flavia emprendió a las afueras de la ciudad (de México), tipo Tlaxcala, así rural la onda, invitan a la Big Vero porque la otra como que muy popular no es. Llegan y juegan todo el día, pero Verónica que no se puede estar en paz le dice a Flavia que hagan una pócima para matar hadas y como Flavia ya le tiene harto miedo dice "va". Ps se ponen a recolectar todo lo necesario: sapos, serpiente, tierra del panteón, colas de lagartija, una tanga bien enrolladita, entre otras. Pero justo cuando fueron al panteón las cacha el esclavo de la hacienda y el papá las regaña por descocadas, Flavia no soporta la presión y le dice al papá que están haciendo un veneno para hadas y ZAZ, que Verónica se enoja mil y le dice "si no me das a jipi, te mato". Jipi es el perrito nuevo de Flavia, pero se lo da porque en verdad está aterrada de la otra niña super mitómana.

Cuando llega el momento de dejar el resto de los cositos en el granero, que es donde guardan todos los ingredientes de la cochinada esa que van a preparar, Flavia toma un segundo para reflexionar y, como su papá le contó alguna vez, recuerda que la única forma de acabar con una bruja es quemándola viva!!! Así que sigilosamente quita la escalera del loft tipo granero y enciende la paja (con una vela, no con su sex-appeal), sale de lugar con Jipi en brazos y se queda viendo cómo Verónica grita y llora y clama por ayuda. Después de todo, Verónica no era tan poderosa.

Veneno para las Hadas integra mucho de los cuentos de ficción de la época, a saber, niños actores, adultos que no muestran la cara, Ana Patricia Rojo y la bruja que se carcajea en lo-fi. Por otro lado, concierne también a los padres responsable como los de Flavia, quienes dicen que "sólo las niñas que tienen miedo rezan en la noche", liberales pues, hippies, pero que fracasan ante el bullying de la educación básica; otro elemento destacable es que uno efectivamente puede provocar la muerte de su profesor de piano si le echa muchas vibras, por lo que Veneno para las Hadas se convierte en un quién es quién del mal de ojo y los huérfanos creativos.


Siempre suyo... Roi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No cuentes el final amigo-a

Anónimo dijo...

No cuentes el final amigo-a